miércoles, 10 de febrero de 2010

El “mandar obedeciendo” por una vida sustentable


Verónica Caraza Madrid

Gualberto Díaz González

Abstract

Desde la perspectiva de larga duración histórica, el levantamiento zapatista de Chiapas que irrumpió el 1 de enero de 1994 se inscribe en el amplio marco de la historia de resistencia de los pueblos indígenas de México desde la Conquista española hasta el día de hoy: representa una lucha contra la explotación económica, social y cultural del capitalismo. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (Ezln) se inspira en el zapatismo histórico de 1910 (defensa de la tierra, autonomía cultural), pero con distintas estrategias de lucha (la palabra y el Internet) para exigir “libertad, democracia, justicia y paz con dignidad”, por “un mundo donde quepan muchos mundos”. Bajo el concepto del “mandar obedeciendo”, contrario al mando vertical de la lógica capitalista, del dinero y del poder, proponen el consenso comunitario, la asamblea como máxima instancia del poder comunal. Al cabo de 15 años se ha afianzado como un movimiento social antisistémico que lucha contra la expoliación de los trabajadores y la negación de los derechos humanos que genera el sistema-mundo capitalista. A esta novedosa forma de hacer política “desde abajo”, se adhieren grupos, comunidades y pueblos de resistencia antisistémica en México y el mundo. Ante el fracaso del desarrollo capitalista, depredador de toda forma de vida en el planeta, los zapatistas mayas, afianzados en la sabiduría de sus antepasados, nos proponen el camino que caminan: el futuro del mundo es lo sustentable.

Un poco de historia

Chiapas es una zona estratégica por sus recursos naturales, hecho que en las últimas décadas ha inducido a las administraciones políticas a la inversión en infraestructura, sin compartir los beneficios producidos con la población del Estado, en particular con los indígenas, cuya población en el estado constituye la tercera parte (Tzotziles, Tzeltales, Choles y Tojolabales), concentrados sobre todo en la zona de Los Altos y en las Cañadas de la Selva Lacandona.

Por este motivo, Chiapas sigue siendo uno de los Estados que presenta los índices de pobreza más elevados de la República, caracterizándose por un alto nivel de desigualdad social. Por ejemplo, cerca de 2000 ejidos y comunidades se reparten poco más de la mitad de la superficie agrícola del Estado, mientras que las mejores tierras son acaparadas por finqueros y ganaderos pertenecientes a una oligarquía heredera del pasado colonial y del siglo xix que la Revolución no desmanteló y que, en el transcurso de los años, se ha consolidado apoyándose en las fuerzas represivas del Estado y recurriendo impunemente a grupos paramilitares.

Teología y liberación en la selva

La Teología de la Liberación, bajo el auxilio de las ciencias sociales y buscando un análisis crítico de la realidad bajo la reflexión católica, tiene como premisa la salvación de Cristo no en el más allá, sino en la historia humana, en la lucha por una sociedad más justa, un compromiso con la transformación de la realidad, una “teología política”, iluminadora en los problemas concretos, también una teología misional en el mundo indígena que insiste en el realismo de la reencarnación sociocultural, igual a la de Cristo.

De acuerdo a lo establecido en el Concilio Vaticano ii, el cristianismo debía “adaptarse” a los moldes de la cultura indígena creando una iglesia autóctona. La maduración de la visión socio-religiosa de Samuel Ruiz se dio con la participación a la Conferencia de Medellín (1973) cuyos temas, cristianismo y justicia en América Latina, enfocaron su análisis sobre la situación de los indios y de las minorías que vivían en el continente. Se consideró necesaria la emancipación del indígena en el respeto de sus derechos culturales y sociales, buscando la desaparición del indio en cuanto ser vencido y colonizado. Y fue así como se comenzó a cuestionar la teología llegada de Europa con la colonización española, buscando sustituirla por una teología “concreta” que se inspiraba en la iluminación de la fe para la problemática real del hombre latinoamericano.

El Obispado de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, guiado por don Samuel Ruiz era, en los años 70 el eje alrededor del cual se desarrollaron los movimientos de resistencia indígena. Samuel Ruiz comprendió que los indios eran víctimas de una injusticia social y de un colonialismo interno, por lo que era necesario encontrar en las entrañas de su cultura los mecanismos que les sirvieran para poder relacionarse mejor con una sociedad de consumo; percibió además que la educación elemental era necesaria para que hicieran conciencia de su identidad cultural y de sus problemas históricos.

En 1974, se organizó en San Cristóbal el Primer Congreso Indígena de Chiapas, bajo los auspicios de la diócesis de San Cristóbal bajo el mando de Samuel Ruiz, en el cual participaron dos mil delegados representantes de mil comunidades. Durante las conferencias del congreso, todas en lengua indígena, se trataron los siguientes temas: tierra, salud, educación y comercio. Para la cuestión de la tierra se estableció un objetivo a corto plazo: “despertar la conciencia proletaria de nosotros” para poner las bases de otro objetivo: “el cambio del actual sistema hacia una sociedad en que no haya propiedad privada de los medios de producción” (Tello d., 1998: 59). El congreso potenció la creación de un movimiento indígena, poniendo en contacto las organizaciones ya existentes alrededor de la Diócesis, la cual consideraba necesario apoyar a los indígenas en su lucha por la libertad.

Nace el EZLZ

En 1972 el Presidente Luis Echeverría promulgó el Decreto de la Comunidad Lacandona, por medio del cual se asignaron 614.321 hectáreas a sesenta y seis familias lacandonas negando los derechos de cuatro mil familias Choles y Tzetzales que vivían en la misma zona. En virtud de este decreto, treinta y siete comunidades fueron amenazadas de desalojo, a pesar de tener la posesión real y legal de las tierras. La nueva presión del Gobierno sobre las comunidades funcionó como catalizador para que éstas se movilizaran en la defensa de sus tierras.

En 1978 la situación de las comunidades empeoró por el decreto del Presidente José López Portillo que instituyó la Reserva Integral de la Biosfera de Montes Azules, lo que provocó la reubicación de varias comunidades y la represión de las que se resistieron al desplazamiento en 1979.

Por ese entonces en Chiapas empiezan a ser activas las Fuerzas de Liberación Nacional (fln), un grupo de inspiración marxista revolucionario que nació a finales de los años 60. Las fln, hasta aquel entonces, habían operado sobre todo en ambiente urbano, cambiando su estrategia como resultado de la represión sufrida en los años 70, la guerra sucia, sus células se había dispersado por la nación, llegando a Chiapas con la intención de fundar el Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata que impulsara una revolución anti-burguesa y crear un estado socialista.

En los 80 las Fln comenzaron su labor de concientización de los grupos indígenas, concentrándose en la comunidad de San Andrés Larráinzar, en los Altos. Y en 1983 se abrió uno de los períodos más duros de la historia de Chiapas, a causa de la política de represión llevada a cabo por el Gobierno del Estado, guiado por el General Absalón Castellanos, quien procedió a la militarización de la región. En este año, las fln penetraron en las Cañadas para emprender su labor política y militar. En octubre de ese año nace el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Con el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, la situación se exacerbó a causa de la reforma al Artículo 27 de la Constitución Mexicana en 1992 y a la negociación del Tratado de Libre Comercio con América del norte. Esto provocó una perdida de tierras cultivables a disposición de las comunidades indígenas, obligando muchos campesinos a emigrar hacia las grandes ciudades; muchos de los que decidieron quedarse pasaron a engrosar las filas de la resistencia clandestina, se produjeron numerosas manifestaciones populares de protesta contra la represión política, el tlc y la reforma al 27.

En 1993 los rumores de una inminente guerrilla se difunden por todo el Estado y el Ejército Mexicano aumenta sus actividades de control en la zona de la Selva y de las Cañadas; en ese momento se produce accidentalmente el primer enfrentamiento entre núcleos guerrilleros y batallones del Ejército Mexicano, lo que provoca un cambio de estrategia en los zapatistas acelerando sus planes de insurrección que explotarán con el levantamiento del 1 de enero de 1994.

La Teología de la Liberación impactó en la población indígena campesina; la presencia de grupos de inspiración marxista que desde los años setenta consideran los territorios chiapanecos de los Altos y de las Cañadas como base territorial para una revolución nacional; la formación de grupos de resistencia indígena que, a lo largo de los años, han unido sus esfuerzos y fusionado su ideología dando vida en 1983 al Ezln, un movimiento inspirado en el zapatismo histórico, pero diferente por la utilización de novedosas y posmodernas estrategias de lucha como el Internet, un “movimiento social de “nuevo tipo”, antisistémico, que asume consciente el vínculo de su lucha con la lógica global del sistema-mundo capitalista, un movimiento “de resistencia con implicaciones y con significados globales” cuya lucha “es parte de una lucha que está en Chiapas, lo mismo que en México, en América Latina y en todo el mundo…” (Aguirre r., 2001: 30).

Los Acuerdos del San Andrés fueron firmados por el EZLN y el gobierno federal el 16 de febrero de 1996, y establecían el reconocimiento de los pueblos indígenas, su libre autodeterminación; ampliar representación política (local y nacional); garantizar acceso pleno a la justicia; promover sus manifestaciones culturales; asegurar la educación y la capacitación; garantizar la satisfacción de las necesidades básicas; impulsar la producción y el empleo.

Algunas características del movimiento

La insurrección neozapatista es una guerra posterior a la caída del muro de Berlín, en la que los símbolos importan más que las armas, en la que la comunicación importa más que la correlación de fuerzas. Se dice que el movimiento ha contribuido al re-encantamiento del mundo, teniendo sus raíces en una sociedad indígena cuya destrucción y esclavización fueron contemporáneas a la invención de la modernidad, hace cinco siglos. El levantamiento zapatista se inscribe en la serie de movimientos de liberación indígena surgidos en América Latina en las últimas tres décadas: 1990, levantamiento indígena en la sierra de Ecuador; el Katarismo boliviano, el Consejo Regional Indígena en Colombia; 1992, Rigoberta Menchú obtiene el premio Nóbel de la paz.

Pueblos indios mayas en una lucha de larga duración histórica, con demandas universales, vinculados a la lógica global del sistema-mundo capitalista, que con su levantamiento “muestran cuáles son las características actuales del inacabamiento de la Conquista” (Echeverría, 2001: 78). O como dice Castells: “un movimiento campesino indio de los excluidos en lucha por la democracia, en nombre de los derechos constitucionales, vía internet y los medios de comunicación de masas, muestra la profundidad de la transformación de las sendas de liberación en América Latina” (2003: 106).

La insurrección neozapatista se rehúsa a ser tratada como un problema local o regional, pues cuestiona los preceptos políticos e intelectuales que hoy son fundamentales en las sociedades modernas, es el grito de dignidad que sale desde las montañas del sureste de mexicano. No contemplan la toma de poder como objetivo de su lucha armada, se separan de los movimientos marxistas-leninistas. Su objetivo va encaminado en la invención de una democracia abierta a la participación de todos los actores sociales, tomando en cuenta exigencias éticas y afirmaciones de identidad. El movimiento pone en el centro del debate al indígena como imagen universalista de la modernidad: el indígena como actor central. El sentido del neozapatismo proviene de un sector social y cultural (étnico) que con un levantamiento armado se proyecta en la escena política nacional e internacional, al ver agotadas todas las vías para ser escuchadas sus aspiraciones y sus demandas. Un movimiento armado que intenta construir un movimiento político y civil para alcanzar una democracia nacional y una sociedad de sujetos, individuales y colectivos, que se reconozcan y se respeten en su diversidad, luchando por “un mundo donde quepan muchos mundos”, demandando: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz con dignidad.

Primera guerrilla informacional con una habilidad para comunicarse con el mundo: textos bien construidos y puestas en escena. “Como un auténtico fenómeno de la posmodernidad, el EZLN disparó la diversidad, la multiplicidad, la imaginación, la creatividad” (Galindo, 2006: 39)

El neozapatista se quiere mexicano pero sin dejar de ser indígena, pretende un México donde pueda ser reconocido y escuchado. Abandera una palabra que viene caminando desde lo profundo de la historia y que tiene su fuente en la memoria colectiva de los pueblos indios de México. “No morirá la flor de la palabra” (Ezln, 1998: 87). Es universal, no a pesar de su identidad, sino a causa de ésta. Indios insurgentes que manejan a su modo lo universal y que se expresan y actúan de otra manera. Se trata de personas y de pueblos que si “no salen de indios es porque no les da la gana. Exigen ser respetados en su identidad de indios...” (González c., 2006: 31-40).

Desde 1994 los zapatistas se constituyeron en el movimiento social más avanzado de México, de América Latina y el mundo entero.

Regreso a la comunidad (autonomía y dignidad), las Juntas de Buen Gobierno

La crisis del actual sistema-mundo capitalista se agudiza. La idea racionalista de ver en la naturaleza una fuente inagotable de recursos, ha llevado a someterla a los caprichos del ser humano, a explotarla indiscriminadamente y reducirla a un mero instrumento, símbolo de progreso. El individualismo de las sociedades racionales, hace que la persona “participe cada vez menos en las decisiones públicas (…) su vida se reduce cada vez más al papel de despreocupado consumidor que el sistema le otorga” (Villoro, 1992: 98) y, aunque el individualismo reconoce al individuo como persona y el liberalismo dio lugar a la promulgación de los derechos humanos, también creó a la persona privada que defiende su derechos y sus propiedades frente a lo comunitario; la sociedad ha dejado de ser un espacio de concierto para convertirse en un mercado donde compiten los intereses particulares (Villoro, 1992: 98). La crisis del sistema, su fin inevitable, abre la posibilidad al nacimiento de otro mundo nuevo cuyo éxito depende de una racionalidad más elevada que logre colocar al ser humano como parte integral y armónica con el todo: no a la dominación y exclusión de los otros; no a la dominación de la naturaleza, sino a la convivencia con ella, ya que “la naturaleza necesita del hombre para serle grata, pero el hombre depende de la naturaleza para ser hombre” (Villoro, 1992: 107). Se trata de utilizar la razón y la técnica para reparar los daños ocasionados por la razón y la técnica.

Dice John Holloway que existen dos formas de entender el zapatismo, una es términos de lo mediático, de los comunicados y la figura de Marco, y “la otra forma de entender el movimiento es en términos del proceso mucho menos visible de transformación de las relaciones sociales a través del trabajo cotidiano, a través de las Juntas de Buen Gobierno, a través de las luchas de todos los días de miles y miles de campesinos” (2008: 4).

En agosto de 2003, el movimiento zapatista da un paso importante en el ejercicio de su autonomía con la creación de Los Caracoles, que significan el traspaso del poder de Ezln a las comunidades bases de apoyo, la concreción de un autogobierno. Reivindicando el significado del calpulleque (institución indígena cuya función es vigilar, defender y repartir las tierras comunitarias y guiar políticamente a la comunidad), en palabras del comandante Javier, los caracoles "abren nuevas posibilidades de resistencia y de autonomía de los pueblos indígenas de México y del mundo, una resistencia que incluye a todos los sectores sociales que luchan por la democracia, la libertad y la justicia para todos" (Casanova c., 2006: 40).

Caracol Madre de los Caracoles del Mar de Nuestros Sueños, conocido como Caracol de La Realidad, que abarca los municipios San Pedro de Michoacán, Libertad de los Pueblos Mayas, General Emiliano Zapata y Tierra y Libertad. Y otros cuatro Caracoles tienen su sede en las comunidades de La Garrucha (zona selva Tzeltal), Roberto Barrios (zona Norte), Oventic (zona de Los Altos) y Morelia (zona Tzots Choj).

La praxis, como dice Bauman, es un atributo de la comunidad, y las comunidades indígenas zapatistas fueron capaces “de trascender el orden natural o naturalizado y de crear órdenes nuevos y diferentes” (Bauman, 2002: 260); esta autonomía incluía sistema escolar y servicios de salud propios, un gobierno democrático entendido como “el mandar obedeciendo”, en donde los puestos de gobierno son servicios desinteresados y que todo individuo está obligado a participar; los funcionarios ocupan una función por tiempo limitado sin goce de sueldo y las decisiones son tomadas en asambleas. En estas Juntas de Buen Gobierno (JBG), cada miembro de la comunidad es un agente de cambio, un actor social que asume la responsabilidad de sí mismo y de los demás; “ese ideal proclama la supeditación del beneficio individual a un fin común: Para todos todo, para nosotros nada” (Villoro, 2003:30). En las JBG se practica una alta racionalidad; no es volver al pasado en donde la suerte de las personas dependía de una voluntad divina, tampoco a esa democracia en la que se vive sujeto a la acción de quienes ejercen el poder del Estado otorgándole la única vía de transformación social. Mandar obedeciendo significa reciprocidad de servicios y obligaciones entre quienes mandan y quienes obedecen.

En estas comunidades, la tierra no es una mercancía sino un bien común; el trabajo es colectivo; los puestos de gobierno son servicios desinteresados y que todo individuo está obligado a participar; los funcionarios ocupan una función por tiempo limitado sin goce de sueldo y las decisiones son tomadas en asambleas. Carlos Lenkersdof, quien vivió durante un tiempo cerca de las comunidades zapatistas describe una asamblea: “todos toman la palabra y discuten: al final de la discusión un anciano interpreta y resume la decisión a que se ha llegado. Anuncia: nosotros pensamos y decidimos… (…) Se ha logrado un consenso expresado por la palabra nosotros” (Villoro, 2003: 30).

El planteamiento autonómico de los caracoles zapatistas es antisistémico en la medida que la creación de municipios autónomos rebeldes empieza por fortalecer la resistencia de los pueblos y su capacidad de creación de un sistema alternativo. “Más que una ideología del poder de los pueblos-gobiernos, los caracoles construyen y expresan una cultura del poder que surge de quinientos años de resistencia de los pueblos indios de América, y que se inserta en la cultura universal para la construcción de un mundo tan variado como el que implica cualquier alternativa multinacional, multicultural” (Casanova c., 2006: 41 ).

Cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede (Caracol de Oventik)

La universalidad del neozapatismo no se podría comprender sin el papel que desempeñan las mujeres al interior de las comunidades indígenas. Ellas libran una doble lucha: al exterior, junto a los hombres, combinan las demandas de redistribución económica con las de reconocimiento y no exclusión; al interior, como mujeres indígenas zapatistas, “luchan también por temas económicos respecto a la subordinación de género (poder heredar la tierra, cobrar iguales salarios), y culturales (no ser discriminadas como seres simbólicamente inferiores a los hombres)” (Rovira, 2009: 59).

La Mayor Insurgente Ana María estaba a cargo de la tropa que tomó San Cristóbal de las Casas el 1 de enero de 1994; la Comandanta Ramona participó en las mesas de negociación con el gobierno a partir de febrero de ese mismo año y es un símbolo de lucha dentro del movimiento; la Comandanta Esther tomó la palabra ante el Congreso de la Unión en 2001. La participación de las mujeres indígenas en cargos de responsabilidad armada del EZLN y en la organización civil de las comunidades, además de la Ley Revolucionaria de las Mujeres dada a conocer desde 1994, ha generado expectativa, pero sobre todo un replanteamiento indigenista y feminista.

Según Giomar Rovira, “las ONGs de mujeres mexicanas y extranjeras han llevado –a Chiapas- proyectos dirigidos a las mujeres indígenas y han cuestionado su propio papel” (Rovira, 2009: 60). Colectivos de mujeres migrantes en España, de mujeres maltratadas, prostitutas y amas de casa de Londres y Estados Unidos, de pedagogas y psicólogas dominicanas, peruanas y argentinas; revistas dirigidas por mujeres como Marie Claire de Francia o Debate Feminista, dirigido por Marta Lamas en México, han publicado manifiestos y reportajes sobre las mujeres indígenas zapatistas, pero también han reivindicado la participación de las mujeres de todo el mundo en la lucha contra la dominación masculina del capitalismo.

Otra forma de hacer política, la Otra Campaña

Lo medular en un movimiento social es transformar una figura de sujeto en actor social, es una apuesta cultural que plantea afirmación mas que impugnación, construir una identidad colectiva con la “capacidad de diferenciarse de su entorno, definir sus propios límites, situarse en el interior de un campo para mantener en el tiempo el sentido de tal diferencia y delimitación” (Turaine, 2003: 231). Pero además un movimiento es antisistémico “porque platea que ni la libertad ni la igualdad pueden ser realidad dentro del sistema existente, y que por lo tanto es necesario transformar completamente el mundo para que exista esa libertad y esa igualdad” (Wallarstein).

1968 fue un año axial también para el rumbo que tomarían los nuevos movimientos sociales, y los nuevos reclamaban a los antiguos movimientos antisistémicos que habían llegado al poder pero no habían cambiado el mundo, que sólo se consiguieron conquistas parciales. Ahora el debate se dirige a la viabilidad de la toma del poder como método para transformar el mundo. Desde el 68 se perfilaron por lo menos tres líneas de lo que serían los nuevos movimientos antisistémicos: 1) de impugnación y contestatarios, una “contracultura” contra la sociedad de consumo; 2) en contra los nuevos privilegiados: la burocracia o los cuadros del partido; 3) crítica al proceso civilizador de Occidente, la teología de la Liberación en América Latina.

Los nuevos movimientos antisistémicos dicen: “Ya basta”, no hay que sacrificar el presente en aras de un futuro incierto, es indispensable nuevas estrategias y redefinir los objetivos a mediano y largo plazo. Y contemplar el aspecto difuso del poder, la conquista del Estado no es la clave, existen otros espacios de poder como las instituciones, los mass media, la escuela, la casa, la calle... Como dijera Foucault, el poder se ejerce. Y entre los objetivos y tareas que se plantean los nuevos movimientos antisistémicos son la repolitización de las bases, repensar el tipo de organización interna, construir espacios libres para la discusión colectiva bajo un nuevo sistema de conceptos, el regreso a la asamblea, acabar con la idea de homogeneización del mundo, prepararse para un proceso de lucha de larga duración, la desghetización de los movimientos y, sobre todo, que la transformación antisistémica exige alianzas.

En medio de la crisis general de la situación social del México de hoy, y una clase política alejada cada vez más de los problemas de la gente, surge la iniciativa del EZLN llamada La Otra Campaña, cuyo recorrido por el país el 1 de enero de 2006, a contrapelo de las campañas presidenciales. Esta nueva iniciativa zapatista intenta evitar el estallido social dándole “otro cause, pacífico, organizado, y dirigido racional y sensatamente hacia la construcción de otro país y otro sistema” (Aguirre r., 2006: 22).

La Otra se presenta como de izquierda, con otra lógica distinta a la del sistema capitalista (acumulación de capital y obtención de la mayor ganancia), alternativa y antisistémica, dirigida ha la transformación radical, eliminando las relaciones de explotación, despotismo y discriminación. Pretende ser la voz de las clases y grupos subalternos, para concebir y ejercitar la política bajo el principio del que manda, mande obedeciendo, tejer una red de rebeldía de abajo y a la izquierda, articular el abanico de resistencias y rebeldías que reivindiquen al conjunto de las clases subalternas, uniendo demandas de la lucha indígena (contra el racismo y la discriminación), con la lucha por el derecho a la diferencia y la diversidad sexual, de género, estudiantiles; antiimperialistas, altermundistas... que apele a favor de los liderazgos colectivos, para ejercer una democracia directa, concebida como el autogobierno del pueblo, donde todos se manifiesten sobre todo.

“Los zapatistas buscamos unir nuestra lucha con todas las luchas justas que realizan las sociedades civiles en México y el mundo, unir las fuerzas de todos, para detener el avance del sistema económico neoliberal que está destruyendo a la humanidad” (Mujer zapatista).

Así, “los “indios –dice Pablo González Casanova- se compenetran de su cultura y de la cultura universal. Como indios participan en una lucha mundial al lado de otros oprimidos y explotados de México y la Tierra, y de quienes se sumen a ellos respetando su dignidad, su identidad y su autonomía” (2006: 42).

“Nosotros apostamos que allá abajo vamos encontrar a los pocos… y si cada quien siente que su lucha es muy pequeña y no alcanza a oponerse a los que es muy grande… pero si logramos unir esas fuerza ya no vamos a estar solos, escuchar al de abajo y tomarlo en cuenta, porque se trata de otra política…”

Del mosaico de luchas que encuentra la Otra Campaña: defensa de la tierra y la por el reconcomiendo de la diversidad (o el bote de la basura en que han convertido al México de abajo)

Cancún:

Campesinos en lucha organizados en el colectivo “Isla M”, cansados de mirar cómo las autoridades se dedican a vender las mejores tierras a los grandes inversionistas americanos y españoles, recuperan la tierra que “nuestros antepasados nos dejaron”, dicen, “nos tuvimos que volver rebeldes porque ellos (el gobierno) nos hicieron así, rebeldes… aprendimos de los zapatistas”

Yucatán:

“Por ser gente pobre, no se nos reconoce nuestros derechos, el derecho a un trabajo digno… ha llegado la hora de que seamos tomados en cuenta… no es con dinero como se deben de respetar los derechos” dice una mujer indígena, vendedora de artesanías en la zona arqueológica de Chichen Itzá ante el subcomandante Marcos. El gobierno quiere quitar lo que ensucia, lo que hace feo el lugar, y por eso quiere quitar a los indígenas mayas artesanos de Chichen Itzá, que muestran valor, dignidad y rebeldía al organizarse para defender sus derechos.

Oaxaca:

Campesinos del valle de Oaxaca se organizan para defender su tierra ante la embestida empresarial que pretende tapizar al istmo de ventiladores, y exigen respeto a la voluntad del pueblo: “Los ventiladores aquí ya no los queremos, la base que sostiene a cada ventilador lleva 60 toneladas de cemento, y ya no va crecer alrededor de esas bases, el cemento absorbe la humedad…”

Nayarit:

No está decretado como puerto turístico sino como puerto pesquero, sin embargo los manglares están siendo arrasados por las grandes compañías inmobiliarias. El gobierno despoja de sus tierras a los campesinos para vendérselas a extranjeros: “No le pedimos al gobierno que nos de la mano, nomás que nos quite la pinche pata del pescuezo, pues ya nos tiene hasta la madre…”

Colima:

En el Rancho el Jabalí, el hotel San Antonio se ha ido apropiando de más terrenos, que el mismo gobierno les ha ido facilitando; son 25000 hectárea de una compañía trasnacional de Hong Kong, donde el hospedaje de cada noche tiene un costo entre 2,550 y 3,100 dólares… Ante esta privatización, la gente de La Yerbabuena resiste y lucha para que no les sigan arrebatando sus tierras… y exigen “que nadie haga nada en ningún lugar sin que la gente que lo habita esté de acuerdo”.

Michoacán:

“Les pedimos que se organice, no que se hagan zapatistas o que se hagan de otra organización, ustedes mismos en sus comunidades; no les vamos a pedir que se vayan para otro lado, les vamos a pedir que peleen aquí por sus tierras, que no dejen que se privatice las playas, los montes, el agua, los bosques…”

Guerrero:

El Río Papagayo es la vida de los pueblos, y la comunidad de Agua Caliente reivindica la dignidad de la tierra y dice: “No a la presa La Parota”, “la presa de la muerte”; son los intereses trasnacionales los que están detrás de la presa, sobre las tierra ejidales que no se vende: “la tierra nunca ha tenido signo de pesos, y si permitimos que se instale aquí la La Parota serían afectados 25 mil habitantes por la inundación que provocaría, más de 36 pueblos afectados bajo el agua, 16 mil hectáreas que se verían perdidas…”

Estado de México:

FPDT, San Salvador Atenco, su lucha detuvo un proyecto del neoliberalismo: la construcción de aeropuerto. “El maíz, trigo, cebada, frijol, para la fiesta o algo que celebrar, si nos quitan el territorio nos quitan todo, nos quitan nuestras costumbres, pues qué festejaríamos en tiempo de la cosecha… no festejaríamos nada… desaparecería nuestra identidad… ya no como pueblo existiríamos… seríamos un cinturón de miseria más de la ciudad de México… lo que nos quitarían no sería la tierra sino la dignidad, y la dignidad no se da a ningún precio…”

“No estamos dispuestos a que el gobierno haga lo que quiera, porque el gobierno somos nosotros cuando estamos juntos, cuando estamos bien organizados…”

Ciudad de México:

La disidencia sexoservidora en la otra campaña. “Ahora resulta que el solo existir, el estar, el ser como uno es, sea como indígena, sea como lesbiana, sea como homosexual, sea como transgénero, significa allá arriba una agresión. No se trata de que a estos compañeros y compañeras, la sociedad (incluso en las organizaciones que se dicen de izquierda) les digan pinches indios, pinches indias, pinches putos, pinches putas. Se trata de que todo este clima de racismo y homofobia empieza a cobrar vidas, y no se trata que los mates, que los torturen por ser seres humanos. Los matan, las matan, los torturan y las torturan simplemente porque son diferentes”

Coordinadora Democrática de Mercados Públicos: “Las empresas trasnacionales han ido ganando mayor terreno en nuestro país, imponiendo modelos de una vida ajena a nuestra cultura con sus tiendas de autoservicio, situación que está provocando el cierre de pequeños comercios locales, por esto los comerciantes de los mercados públicos nos hemos adherido a la Otra Campaña”.

Orizaba:

Colectivo Feminista Cihuatlahtolli

Hace ya aproximadamente 15 años un grupo de sociólogos y aldeas militantes de izquierda después de la conmemoración del 8 de marzo decidimos conformar el Colectivo Feminista Cihuatlahtolli que en Nahual significa Palabra de Mujer, los objetivos: difundir, promover y defender los derechos humanos de las mujeres de nuestra región, Orizaba, llevar a cabo actividades en las fechas clave del movimiento feminista que son el 8 de marzo y el 25 de noviembre.

Nadie tiene que dejar de ser lo que es para ser aceptado socialmente, a las trabajadoras y los trabajadores sexuales tienen similitud con la lucha de los pueblos indios: a ambos los discriminan a los indios por su idioma, a ambos los despojan de sus productos y riquezas, y a las trabajadoras sexuales las autoridades, los padrotes y todos los que a ellas y a ellos se acercan y finalmente son invisibilizados a los pueblos indios en las políticas publicas, en las plataformas de los partidos políticos, etc. Así fue como nos integramos al movimiento zapatista.

En la defensa de los derechos de las mujeres buscamos no hacerlo meramente como una actividad asistencial, sino que promovemos la organización para que sean ellas, las mujeres, quienes se organicen y vayan luchando por sus derechos.

Para un vida sustentable

El desarrollo sustentable representa una refundación de la relación del ser humano con la naturaleza y la comunidad. De acuerdo a la OCDE, el criterio para evaluar el desarrollo sustentable son los siguientes: coherencia con la cultura local de los objetivos de producción y sistemas de producción locales; utilizar capacidades y conocimientos locales; que ofrezcan beneficios reales en términos de los recursos utilizados; que sean de bajo impacto ecológico.

La mayoría de los análisis sobre la problemática ambiental parten de una perspectiva técnica, reducidos a problemas como: contaminación, depredación y exceso de población. Pero la humanidad nunca se enfrenta al medio como un todo, pues antes de alcanzar cualquier contradicción externa, antes de toparse con límites físicos, se enfrenta a contradicciones sociales. Es decir, cualquier tipo de depredación o contaminación implica ventajas para unos (grupos, clases, países) y desventajas para otros.

Los problemas ambientales de la sociedad humana surgen como resultado del sistema mundo-capitalista que fomenta el privilegio y la exclusión. Por lo que es necesario reconocer que la sociedad humana es diferenciada, diversa, conflictiva, que interactúa con su entorno a partir de clases y grupos sociales en alianza y en oposición, con posibilidades e intereses diferentes y muchas veces encontrados. Es decir, que mientras no resolvamos las contradicciones sociales, será difícil llevar a cabo una vida sustentable.

El problema principal son las relaciones internas, porque no existen relaciones al exterior, con el medio ambiente, que no estén previamente mediadas por las relaciones al interior, entre clases y grupos sociales.

Una cultura de sustentabilidad implica fomentar estilos de vida que resuelven necesidades actuales para certidumbre de las nuevas generaciones, un sistema urbano o rural que no sobrecargue los recursos fundamentales de los que depende; satisfacción de necesidades humanas esenciales, reconocer lo diverso, conservar y aumentar la bases de recursos, desarrollar tecnologías no contaminantes y de bajo consumo adaptadas a lo local. Desde otra forma de hacer política, mandar obedeciendo.

Grietas y rebeldías

Las lecciones de los zapatistas mayas son que, para construir otro mundo, hay que romper con la lógica del capital. Los zapatistas son una muestra de lo que puede ser una grieta en el recio muro de la estructura social: la grieta que se necesita para enfrentar la dominación capitalista es rebelarse contra las leyes del mercado capitalista. El movimiento de la APPO en Oaxaca y el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco son otras grietas, y están ahí. Los estudiantes y los profesores de sociología pueden crear grietas desde su realidad. Concebir el cambio social a través de la creación, expansión y multiplicación de grietas en la sociedad. Estamos obligados a vincular la ciencia con la lucha por la supervivencia humana, aquí y ahora. Formulemos un pensamiento crítico por una vida sustantable.

Epílogo

“Hace muchos años, cuando yo llegué a la Selva Lacandona, un día un hombre muy sabio, que le decíamos el viejo Antonio, alguna vez platicando con él, le decía yo, porque no entendía muchas cosas, que ¿cómo era posible que después de tantos años, tantas guerras, tanto caudal de conquista y destrucción, los indígenas mayas se mantuvieron resistiendo?; él me dijo que el secreto estaba en la tierra, que podían destruirnos a unos o a otros, pero que mientras la tierra estuviera, los árboles, las aguas, lo que se conoce pues como la tierra o naturaleza, eso podía volver y a hacer crecer y a nacer una y otra vez a los hombres y mujeres de maíz. Esta sobrevivencia como cultura, como pueblos indios, depende también de la sobrevivencia de la naturaleza” (Marcos, documental ¡Viva México!: 2009).

(Bibliografía pendiente)

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